lunes, 5 de marzo de 2012

Buenas vistas en la península de Howth

Una típica excursión dublinesa es el paseo por la península de Howth. Al norte de la capital, este pequeño municipio que otrora fuera una aldea pesquera, es actualmente zona residencial de la ciudad. Mirando hacia la isla Ireland's Eye (Ojo de Irlanda) se sitúa la bocana del puerto, en el que reposan fondeados en armonía barcos de bajura y veleros de recreo. Focas y gaviotas aprovechan la actividad pesquera para alimentarse.

Acantilados de Howth
 
Puerto deportivo de Howth

Es muy fácil llegar desde Dublín en tren o en autobús. A pesar de ser más lento que el dart, el número 31 de Dublin Bus tiene una ventaja frente al tren: sube hasta la cima. Para aquellos que salgan del centro y quieran ir directamente a los acantilados es la mejor opción, además salen cada poco tiempo de Lower Abbey St.

Arriba hay un aparcamiento con vistas, al que los dublineses acuden para comer fish'n'chips en el coche, contemplando la bahía y el mar de Irlanda. Abajo, en el pueblo, hay algunos restaurantes que ofrecen esta tradicional comida rápida 'para llevar'. Desde ahí hay varias rutas bordeando los acantilados, unas llevan de regreso a Howth y otras hacia Sutton, con la vista hacia la bahía de Dublín, en la cara sur del itsmo de la península.

Nosotros bajamos del autobús en el pueblo, hicimos toda la caminata hasta volver con hambre de fish'n'chips. El día acompañó, el cielo estaba despejado y el sol calentaba al reparo de la península, donde el fuerte viento del oeste no llegaba y los cardos florecían amarillos. La vista del mar era preciosa y me recordó a la del monte de mi pueblo, Santoña, en el norte de España.

Después de ver el final del partido de rugby entre Francia e Irlanda, fuimos al faro del dique, donde el viento hacía música al pasar entre las barandillas. El sol enrojecía débil en el horizonte y una foca se acercó al dique para despedirse de nosotros, o para terminar de comerse lo que tenía en la boca, who knows.


Foca en Howth

Faro de Baily y restos de una barbacoa

Coche abandonado

Advertencias en los acantilados

Puerto de Howth y Ireland's Eye

sábado, 3 de marzo de 2012

El tercer tiempo del Seis Naciones en Dublín

El primer fin de semana que pasé aquí —hace ya un mes...— tuve la oportunidad de ver cómo se vive el ambiente del rugby, ya que el domingo a las 3 de la tarde se enfrentarían las selecciones de Irlanda y Gales en el Aviva Stadium, primer partido para ambos en el mítico trofeo de las 'Seis Naciones'.

Ya desde el jueves empezó a llenarse el hostel en el que estaba alojado, el Globetrotters/The Townhouse, de aficionados galeses, que bajaban en manada a dar cuenta del desayuno irlandés completo con sus camisetas rojas, sus enormes dimensiones y sus voces graves y resonantes. Una óptima forma de iniciar el día con el estómago bien lleno y cargado de calorías para afrontar una jornada fría —y realmente esos días hacía frío— en camiseta por las calles de Dublín, sacando pecho, de pub en pub, de pinta en pinta.

Aviva Stadium

Aledaños del estadio
Así que llegado el día del partido me acerqué al estadio. Siempre me ha gustado el ambiente de los estadios, del populacho del que tantas veces he formado parte en San Mamés, viendo los partidos del Athletic Club Bilbao. Desde fuera se oía mucho vocerío cuando había alguna jugada interesante, lo mismo que en el pub abarrotado de gente donde apuré una Guinness mientras Gales ganaba en el último minuto a Irlanda con una patada a palos. Los galeses que estaban allí empezaron a saltar y a gritar de alegría, y el resto de irlandeses, sumidos en su desazón no respondieron con insultos, como desgraciadamente cabría esperar si en vez de rugby, hubiera sido fútbol. O tal vez si en vez de Gales, hubiese sido Inglaterra, pero eso es otra cosa.

Lo que más me agradó fue el ambiente de fiesta, de fraternidad, de respeto y de pasión con que se vive el rugby. Curioso además que cuando había alguna patada a palos, en el bar todo el mundo quedaba en silencio, esperando el chut, si alguno alzaba la voz, se le mandaba callar. Como una especie de calma antes de la tempestad, como el penalty que lanza el equipo de casa, con el ánimo de la afición encogido, el portero más solo que nunca y el lanzador nervioso por cumplir con su deber.

Pub Gogarty


Ya cuando terminó el partido, siguiendo al río de gente llegamos a Temple Bar, donde los pubs habían sido engalanados para la ocasión con banderas de Irlanda y Gales. Eran casi las 6 de la tarde de un domingo frío y oscuro, y en los bares no cabía un alfiler. Galeses e irlandeses de todas las edades cantaban, bebían y bailaban juntos y revueltos. Aún así, nosotros debíamos desentonar en medio de aquella vorágine exaltada, porque continuamente se acercaba alguien amistosamente a preguntar de dónde éramos, a contarnos lo bien que se llevaban galeses e irlandeses, a ver si habíamos visto el partido o simplemente a cantar alguna canción tradicional irlandesa.

Bienvenidos a Temple Bar

Temple Bar
Supongo que ya será demasiado tarde para conseguir entradas para el próximo Irlanda-Escocia. Sería estupendo verlo en vivo, pero si no, no hay problema; el 'tercer tiempo' sigue en Temple Bar.